La Alpujarra con nieve

A veces La Alpujarra con nieve en la época invernal se viste de blanco para recordarnos que estos pueblos duermen sobre la falda de Sierra Nevada.
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30/1/2021 ― En 2008 cayó una gran nevada en la parte alta de la comarca tiñendo de blanco todas las casas de la Alpujarra como hacia años que no se veia, y es que no es muy normal que nieve en esta comarca, que a pesar de estar en plena Sierra Nevada no hay que olvidar que toda la Alpujarra está orientada hacia el Mediterráneo que es el responsable de mantener un clima suave y templado.
Según la teoría científica de los ciclos de lluvias de JV Santacreu, las próximas nieves en La Alpujarra las veremos dentro de 11 años con una tolerancia de unos dos años por arriba o por debajo.
La Alpujarra se transforma cada 11 años aproximadamente, cuando el ciclo de nevadas intensas cubre sus pueblos con un manto blanco que parece sacado de un cuento. La nieve, aunque no es un fenómeno anual en esta zona debido a su clima mediterráneo de montaña, crea estampas de una belleza sobrecogedora cuando llega.
Imagínate los pueblos blancos como Pampaneira, Bubión o Capileira, con sus casas de arquitectura tradicional, tejados planos y chimeneas humeantes, cubiertos, como en 2008, por una capa de nieve reluciente bajo el sol. Las calles estrechas y empedradas se convierten en senderos silenciosos donde el crujir de la nieve bajo los pies es casi lo único que se escucha. Los barrancos y las laderas de Sierra Nevada, que abrazan la comarca, se visten de un blanco puro, contrastando con el verde de los castaños y encinas que salpican el paisaje.
Este fenómeno, ligado a ciclos climáticos que traen inviernos más fríos y húmedos, embellece el entorno y resalta la identidad de La Alpujarra.
Los almendros y cerezos, que a veces aún no han florecido, se cubren de nieve, creando una fusión única entre el invierno y el preludio de la primavera. Las terrazas agrícolas, tan características de la zona, se perfilan con líneas blancas, como si un pintor hubiera delineado el paisaje con precisión.
Además, la nieve trae una atmósfera de calma y recogimiento. Los habitantes, acostumbrados a la rudeza del terreno, aprovechan para reunirse en torno a las chimeneas, mientras los turistas se maravillan con la quietud y la luz especial que refleja la nieve bajo el cielo despejado. Es un momento en que la naturaleza impone su ritmo, y los pueblos parecen detenerse en el tiempo.
Aunque no hay registros exactos que confirmen un ciclo nevado tan preciso cada 11 años en La Alpujarra ―las nevadas dependen de factores climáticos complejos como la oscilación del Atlántico Norte o el cambio climático―, los lugareños suelen hablar de estas visitas de la nieve como eventos memorables, casi míticos, que marcan la vida de la comarca.
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El barranco más bonito de Alpujarra ― Es un lugar emblemático de esta comarca y si no lo conoces no puedes decir que has visitado La Alpujarra. Si tienes la suerte de viajar a esta zona en invierno y puedes disfrutar de La Alpujarra con nieve se te quedará grabada en la memoria este barranco que se desliza desde lo alto de Sierra Nevada hasta el valle. Es una imagen idílica con sus tres pueblos colgados.
1506 – En La Alpujarra existen numerosas rutas que te permiten descubrir los paisajes espectaculares, los castaños diseminados por las laderas y los robles.
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Cada once años, aproximadamente, La Alpujarra se transforma en un lienzo nevado que asombra a quienes visitan sus valles y pueblos escalonados. Las cumbres de la Sierra Nevada, habitualmente verdes o doradas por el sol andaluz, se visten de blanco puro, mientras las estrechas calles típicas de Pampaneira, Bubión y Capileira quedan flanqueadas por muros helados y tejados cubiertos de copos. El contraste entre la arquitectura mora, con sus tinaos y chimeneas, y el manto de nieve crea una atmósfera casi de cuento de hadas.
Al amanecer, la luz rosada acaricia los castaños dormidos, y al caer la tarde el cielo se tiñe de tonos malva, realzando el silencio sobre las colinas. Para los alpujarreños es un regalo excepcional: toman café junto al fuego, y los turistas, bien equipados, recorren senderos invernales buscando miradores donde contemplar el Barranco del Poqueira en calma helada. Este espectáculo cíclico, raro pero inolvidable, proyecta el carácter salvaje y vibrante de La Alpujarra.